Una Nochebuena, en un orfanato, un bebé gatea dentro de un saco de regalos de Santa Claus y acaba en su taller del Polo Norte. Es adoptado y educado como un elfo, pero, al crecer, se hace tres veces más grande que los demás. En estas circunstancias, se decide que lo mejor para él será encontrar a su familia. Con esta intención viaja a Nueva York, donde descubrirá que la vida no consiste sólo en patinar y comer dulces; así que vuelve a sentirse otra vez fuera lugar. Consigue primero encontrar a su padre, un editor de libros infantiles, adicto al trabajo y al dinero, que figura en la lista negra de Santa Claus. Después encuentra una nueva madre y descubre que su hermanastro de diez años no cree en los elfos ni en Santa Claus ni en las navidades. En realidad, todo el mundo parece haber olvidado el significado de esa fiesta. Cuando la Navidad se acerca, nuestro personaje decide aprovechar su conocimiento del mundo de los elfos para ganarse el amor de su familia y, además, salvar el espíritu navideño tanto en Nueva York como en el resto del mundo.
No deja de ser una comedia infantil, de las típicas navideñas, pero aún así se torna divertida y original por su argumento alocado. Me quedo con que me hizo reir varias veces, y eso actualmente ya vale un mundo.
Elfos, nieve, piruletas gigantes, Papá Noel y la incansable ciudad de Nueva York se dan cita en este mundillo loco.
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