En sus vacaciones, el agente Bond se encuentra con la bella y letal Xenia Onatopp, que intenta hacerse con los planos de un nuevo helicóptero invulnerable a las interferencias. Mientras tanto la programadora del ejército ruso Natalya Siminova es la única superviviente de su equipo a un macabro plan del general Ourumov para hacerse con Goldeneye, un arma espacial ultrasecreta que emite pulsos nucleares que inutilizan cualquier equipo electrónico. Bond formará equipo con Natalya para descubrir a los malhechores tras el robo.
Si bien es cierto que James Bond realiza hazañas dignas de un superhéroe de la Marvel, es más “chulo que un ocho” y sus largometrajes repiten un eje común bastante perceptible; no se le puede negar tampoco el carisma y poder de atracción que, a pesar de sus defectos, generan todas sus entregas. En Goldeneye Bond tendrá que salvar a Inglaterra de un ataque nuclear llevado a cabo por un cosaco con ánimo de venganza y antiguo 006 en el servicio secreto inglés. La historia mezcla a altos cargos rusos traidores, chica inocente con elevadas posibilidades de acabar con protagonista, chica mala (y masoquista, por cierto) y pelea final en Cuba. Una más que digna película de acción que ya ocupa un lugar dentro de los clásicos cinéfilos más populares.
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