domingo, 25 de noviembre de 2012

Lost in Translation

Bob Harris, un actor norteamericano en decadencia, acepta una oferta para hacer un anuncio de whisky japonés en Tokio. Está atravesando una aguda crisis y pasa gran parte del tiempo libre en el bar del hotel. Y, precisamente allí, conoce a Charlotte, una joven casada con un fotógrafo que ha ido a Tokio a hacer un reportaje; pero mientras él trabaja, su mujer se aburre mortalmente. Además del aturdimiento que les producen las imágenes y los sonidos de la inmensa ciudad, Bob y Charlotte comparten también el vacío de sus vidas. Poco a poco se hacen amigos y, a medida que exploran la ciudad juntos, empiezan a preguntarse si su amistad podría transformarse en algo más.


Desde el primer momento es una película que te engancha. El caos, la música, los sonidos, los gestos de los personajes...
Sin embargo, siempre hay que volver a verla, pues la primera vez se pierden detalles.
¿Es una historia de amor? ¿sólo de amistad? Desde luego, para mí es una historia de amor real. Y de soledad. Y de la necesidad que tenemos los seres humanos de ser escuchados en un mundo que no nos entiende.
Todo son antagonismos en esta película: el ruido, la música, la fama, la soledad.

El amor.
¿El desamor?

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