La desbordante alegría de las fiestas de Nochebuena va a hacer que Frank Cross sufra alucinaciones fantasmagóricas en esta divertida sátira de “Un Cuento de Navidad” de Charles Dickens. Cross, que ha hecho una carrera meteórica desde el puesto más modesto del departamento de envíos de una cadena de TV hasta alcanzar la presidencia, es tacaño, desagradable, ingrato, implacable y con un cruel sentido del humor. Antes de que la Nochebuena termine, recibirá la visita de un desconcertante taxista neoyorquino del pasado, un hada del presente, un tanto estrafalaria y, finalmente, un sádico, enorme y descabezado mensajero del futuro.
Se me antoja que hacer una mala versión de la obra navideña de Dickens es harto difícil. Esta comedia ochentera tenía todos los números para ser la primera que lo lograra pero ni así. Llega a divertir, estremecer y entretener. Los efectos especiales son aguantables, especialmente lo digo porque muchas pelis de los 80 son inaguantables hoy en día por ese motivo. Uno cuando acaba de verla quiere ser mejor persona, luego concluye con éxito su cometido. Muy buena.
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